Nuestro entorno

A caballo entre las provincias de Soria y Burgos, la Comarca de Pinares, enclave privilegiado en el que convergen las sierras de Urbión, Cebollera y La Demanda, entre otras de menos nombre pero no de menor interés y que constituye una de las mayores masas forestales de España, se distingue especialmente por su generosa naturaleza y el encanto de sus característicos pueblos. Navaleno, uno de ellos, con casi mil habitantes, situado al borde de la N-234 que une Soria con Burgos, se ha mantenido, gracias a esta circunstancia y sin perder sus señas de identidad, a la altura de los tiempos  en todo momento, lo que hoy le permite ofrecer al visitante, junto con sus tradicionales atractivos, las infraestructuras necesarias para  proporcionarle una estancia grata y confortable. Una de sus caraterísticas más destacadas es su riqueza micológica, que lo convierten en uno de los puntos más importantes de producción de setas de la provincia de Soria, lo que ha despertado desde antiguo entre la población una gran aficción al estudio, recolección y utilización, tanto culinaria, como medicinal, de este producto, convirtiendose en un foco de actividad que ha dado lugar a la creación, además de este Centro Micológico, de la prestigiosa Asociación Micológica de Navaleno, que se encarga de mantener viva esta afición organizando, a lo largo de todo el año pero especialmente durante la temporada, una serie de actividades relacionadas con el mundo de la Micología, como son las Jornadas Micológicas, con exposiciones, Conferencias, degustaciones culinarias, etc., etc. a las que todos los años acuden aficionados de toda España y de algunos otros paises cercanos. Enclavado en el corazón de la comarca, pone al alcance del viajero en cortos desplazamientos y con acceso fácil, los puntos de mayor interés de las varias reser, vas y parques naturales de los que forma parte. Lugares emblemáticos como    Cañón de rio Lobos, donde puedes  elegir entre   sumergirte en las profundidades de la cortadura siguiendo el curso del rio, o contemplar el majestuoso vuelo de los buitres varios metros por debajo de tus pies; la  impresionante Laguna Negra,   cuyo imponente aspecto ha inspirado oscuras leyendas e historias truculentas

                                                                                                                                                                                                                                                                  Castroviejo,

el dellirio de un  titán mitológico que jugó a ser escultor; o la  belleza serena de La Fuentona,           un gratificante paseo muy apropiado para relajar el alma sin castigar el cuerpo; o Calatañazor,        un retazo de edad media que quedó anclado en el tiempo, y donde, sin previo aviso,  la sierra se rompe en un abrupta escarpadura y extiende ante el visitante, allá abajo, una interminable planicie  dibujada a cuadritos por los cultivos y surcada  por las serpientes de docenas de caminos.   Aledaño, el magnífico Sabinar, bosque antiguo y misterioso, catedral arbórea cuya solemnidad te impone un instintivo  respetuoso silencio y que en la penumbra de un anochecer o en día de niebla se puebla de formas fantasmagóricas, en parte inquietantes, en parte amigables y acogedoras ; o, en dirección opuesta, la Sierra de Neila,  con sus espectaculares lagunas glaciares. Si los intereses son otros, la semiabandonada Caracena nos sorprende con las inesperadas muestras de románico de us iglesias de Santa María y San Pedro y con su espléndido castillo casi listo para usar; o las necrópolis altomedievales del Comunero de Revenga y alrededores; o los abundantes yacimientos de Icnitas, las huellas fosilizadas de dinosaurio, tan generosamente repartidos por la zona.   Todo ello sin olvidar el encanto de sus pueblos, el atractivo de su gastronomía serrana o el interés indudable de algunos de sus eventos  lúdicos, culturales o folclóricos, como La Barrosa de Abejar, también en Abejar, la Feria de la trufa; o La Pinochada, de Vinuesa, etc, etc. y, desde luego, las Pingadas de los mayos, que, aunque iguales, en cada lugar tienen sus peculiaridades que las hacen particularmente interesantes. ¡ No te lo pierdas ¡  

                                              La Barrosa se toma un  descanso durante el recorrido

La “Pingada del Mayo”, desde los celtas,  entre la  ceremonia pagana de la fertilidad y el deporte de riesgo.

La Pinochada, las mujeres guerreras de Vinuesa

No menos aguerridas, por Santa Agueda, las de San Leonardo toman el mando absoluto durante un día.

También en San Leonardo, unos días antes, la Danza del paloteo, donde palotes y coberteras, sustituyendo a las espadas y escudos de los feroces guerreros iberos, ponen la banda sonora.

Y para los gastrónomos, gourmets y curiosos de buen paladar,

 el acontecimiento anual dedicado al suntuoso manjar, orgullo de aquellas tierras.

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